A veces se cree que escribir es solo eso, escribir y nada más. Sacar de las entrañas todo aquello que nos inquieta, que nos conmueve y atraviesa, que nos define e identifica, pero las letras también son el catalizador que nos hace reconocernos, ya sea desde las diferencias o las coincidencias, recordándonos que todos somos “Humanos”.
Escribir para mí es vital, una elección de vida, adquirida inicialmente para poder expresar todo aquello que no podía decir en voz alta, para reescribir las partes oscuras que nunca pude aceptar de este mundo.
Un viaje de autoconocimiento, que desde el primer día creí solitario, de aprendizaje constante, y de fuero personal. Hoy, debo decir, que parte de mis letras son indivisibles de afectos, colegas y amantes de la literatura, que habitan no solo en la virtualidad, también en el corazón. Y así es como uno, sin llegar a darse cuenta, pasa de ese lugar solitario que dice ser la escritura, a ese otro en que la pasión se comparte y multiplica.
Tal vez esa sea la música que anida en las letras, todas las voces que forman parte de nuestras vidas: las memorias y remembranzas, las nostalgias y alegrías, los amigos y amores, cada trocito del alma que se imprime en ellas al hacer correr la tinta sobre el papel.
Escribir es desnudarse, aunque por momentos el decir propio parezca ajeno, oculto entre los ropajes de los personajes, caminando por escenarios exóticos, viviendo en un tiempo que se vuelve eterno dentro de los libros.
Las letras, tan diferentes y unidas entre sí, como también lo son las notas musicales.
© 2024 Pablo Alejandro Pedraza
Buenos Aires, Argentina
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