LAS ESTRELLAS DE LA CIUDAD

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A las Madres del dolor.

De niño miraba el cielo con asiduidad. Aquel caos perfecto de estrellas salpicadas por sobre mi cabeza, con esa gracia inescrutable que solo el universo podría lograr. Un lienzo infinito; en el cual, sin la brújula que me regalaba la presencia de esas pequeñas luces, aquel espacio oscuro podría transfigurarse en un dilema de incertidumbres o hasta en algo tenebroso. Y así crecí, con la certeza incuestionable de saber que ellas siempre estarían allí, en el firmamento.


Ahora, ya siendo adulto, descubrí que también existen estrellas dentro de la ciudad. Sí, aquí, visibles durante todo el año entre las calles de Buenos Aires. A ellas no las afecta el clima, los celajes grises de las tormentas, la lluvia copiosa o la diversidad lumínica de los arcoíris. Uno pensaría que nada podría nublar la presencia de esas estrellas terrenales, ni siquiera el hecho de poder encontrarnos bajo el dominio de un esplendente sol o la ausencia de la palidez lunar por las noches. Pero nuestra mirada parece reposar en otros brillos. Quizás superficiales o pasajeros, aunque lo suficientemente cegadores para no advertirlas.


Ayer me encontré con una de esas estrellas cerca del corazón de la urbe; o podría decir que ella me encontró a mí. Languidecía, en esta metrópolis dormida que vive anestesiada en sus propios sueños de ombligo. Se erigía abrazada a un poste, igual que una señal vial, en la esquina de Combate de los Pozos y Humberto 1°. “Mauricio, 33 años”, decía en el centro de aquel astro amarillo… “En memoria de una víctima de tránsito”, rezaban unas letras blancas sobre un zócalo negro debajo del nombre.
Me quedé por un momento en aquel sitio, atravesado por el desgarro de imaginar lo que allí había sucedido. Luego, avancé entre pesares y silencios mientras trataba de recuperar mi postura habitual, cuando a las pocas calles me tropecé con otra: “Thomas, 14 años”. Me insté a continuar, pero antes de llegar a mi destino me crucé con dos estrellas más: “Agustina, 23 años” y “Julián, de 30”…


¿Cómo era posible que no las hubiese visto antes?


De pronto, me hallé fatigado, pude sentir el peso de mi conciencia presionándome el esternón. Fue cuando comprendí que la ciudad estaba repleta de estrellas, ramificándose entre las calles como una constelación construida de ausencias y dolor.


Hoy, cuando camino por la ciudad, se me aparecen a cada paso. Junto a decenas de transeúntes y automovilistas, apurados y sumergidos en sus propios mundos.


Tal vez un día me encuentre con tu nombre grabado en una nueva estrella. Y me quedaré allí, contemplándola como a tantas otras, con la amargura de saber que pudimos evitarlo… O quizás seas tú quién se encuentre con la mía.



© 2022 Pablo Alejandro Pedraza
Buenos Aires, Argentina




“Mapa de Estrellas Amarillas en la Ciudad”, construido por los familiares de las víctimas junto a varias ONG’s.

Acompañá a los familiares el 21 de noviembre 2022: En el Día Mundial de la Víctima Vial, a remontar barriletes con forma de estrella.

Proyecto de Ley “Alcohol cero”.





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10 comentarios

  1. No seamos ni indiferentes, ni artifices de la constelación del dolor... Un texto profundo que nos interpela a reflexionar sobre nuestro accionar o inaccionar diario. Como siempre un enorme gusto leerte amigo de letras. Felicitaciones por esta emotiva y concientizadora obra. Abrazo.

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    1. Hola, María, siempre tan generosa conmigo! Todo un honor para mí, el poder contar con tu mirada, de quien aprendió a contemplar al mundo con algo más que los ojos! Muchísimas gracias! Cariño inmenso!

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  2. Es tremendo, y no solo por el alcohol, no hay una cultura del cuidado al conducir, la gente no presta atención a la calle cuando está detrás del volante y la empatía brilla por su ausencia al pensar en las vidas que te podes cruzar al otro lado del parabrisas. Lo vemos cada vez que salimos en el auto, gente hablando por teléfono tras el volante, comiendo, discutiendo con alguien en el asiento del acompañante en lugar de mirar al frente. Y es cuestión de fracciones de segundo cuando estás atrás de un vehículo para segar una vida como quien levanta una flor del campo. En las calles está faltando empatía, consciencia y amor por la vida.

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    1. Comparto cada una de tus palabras, Patricio. Nos pintaste con gran claridad y exactitud. Todos podemos ser víctimas o convertirnos en victimarios. Está en nuestras manos trabajar para evitarlo, ya que si eres parte del problema, entonces puedes ser parte de la solución. Enorme abrazo!

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  3. Pablo, cómo siempre me has conmovido profundamente. También tengo una sensación de desolación al encontrarme con estas estrellas e imaginar la historia detrás del nombre. Gran abrazo, amigo, gracias por concientizar

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    1. Muchas gracias!
      Todos podemos colaborar, concientizar, primero a nosotros mismos, nuestras familias y amigos, luego a los demás con nuestro ejemplo; y podemos hacerlo desde cualquier sitio que sea. Gran abrazo!

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  4. Me encanto, ojala muchos las vieran con tus sentimientos, muchos las grafitean :( Patricia Pistarini mamá de Gerónimo

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    1. Hola, Patricia, lamento profundamente que exista “gente” capaz de vandalizar las estrellas. Y es que la titánica tarea de ustedes, las MADRES, de mantener viva la memoria y concientizar a la sociedad en pos de salvar vidas, no solo se ha vuelto una escaramuza contra el sistema, también una lucha contra las mismas personas a las que se intenta salvar. Pues en estos casos, la indiferencia y la estupidez también matan.
      Quiero darle las gracias por cuidarnos y decirle lo orgulloso que me siento al saber qué personas como ustedes forman parte de esta sociedad.
      Mi cariño y respeto para usted, para Viviam, Ema, Teresa y Silvia; y todos los familiares de las víctimas.

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  5. Muy bueno Pablito! Te felicito.
    Roxy , tu hermana💗

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