EXTRAÑO SER

0

 Lo mantuve oculto todo lo que pude, pues quién sería capaz de comprender su mera existencia; aun sabiendo que los secretos suelen terminar de la misma manera, mordiéndote la conciencia, apoderándose de tu vida o explotándote en la cara de forma inesperada. De todos modos, no podía exponerlo a un mundo que no estaba preparado para alguien como él.

Su llegada a mi vida fue el resultado de un hecho trivial, casi fortuito. Caminaba por el barrio chino cuando una tienda de objetos exóticos llamó mi atención y entré a curiosear, para matar el tiempo, sin la intención de comprar nada. En un rincón alejado de todo, en el ángulo que formaban dos viejas repisas, lo vi. Era igual a una roca, tan inerte y fría al tacto como el mismo hielo. La superficie de aquel objeto iridiscente cambiaba de color ante mis ojos mientras me acercaba a él. Me quedé fascinado por la simpleza de su belleza y lo creí un excelente adorno para mi mesa de noche. El vendedor, un joven que no parecía pertenecer a aquel sitio, emergió por detrás de un espeso cortinaje. Se acercó y me saludó con gentileza.

—Usted tiene buen ojo —me dijo sin rodeos—. Era la pieza favorita de mi tío, que era el dueño de este local y falleció hace algunos meses.
—Lamento oír eso…
—Por alguna extraña razón, él nunca quiso venderlos, pero ahora todo lo que se encuentra en la tienda está a la venta y al costo por cierre definitivo…
—¿Venderlos? ¿Acaso hay más de uno?
—Bueno, originalmente eran dos, pero el otro se ha perdido. Algo que en verdad me sorprende, pues mi tío era muy cuidadoso con este artículo. Recuerdo que, desde que yo era un niño, jamás me dejó jugar con ellos, ni siquiera tocarlos…
—¿Y qué es? ¿Para qué sirve?
—La verdad, no lo sé, supongo que podría ser un bello adorno o tal vez un pisapapeles.
—… Me lo llevo.

Una hora más tarde, llegué a casa con la nueva y extraña adquisición, que acomodé sobre mi mesa de noche. La roca resplandecía bajo la luz del velador y allí estuvo toda una semana. Hasta que comenzaron los cambios. Lo primero que noté fue la variación de la temperatura en su superficie, que antes había sido siempre fría y que ahora emanaba calor. Luego, el objeto pareció volverse traslúcido y podría asegurar que algo se movía en su interior. Y una mañana, la supuesta piedra, se quebró. De ella emergió una criatura diminuta, que no parecía de este mundo.

Su talla reducida facilitó las cosas, aunque el peligro era que pudiera perderse sin remedio. Y no pensaba en la vastedad del universo, solo el jardín de la casa le resultaría infranqueable. Con rapidez fue adaptando su cuerpo al mundo que la rodeaba, a desarrollar habilidades depredadoras y a convertirse en una cazadora. Moviéndome con cuidado para no pisarla, me dediqué a observarla a diario. Aprendió enseguida a alimentarse sola, matando larvas e insectos que caían cerca de su radio de captación. Con sus ocho patas escalaba bien todo tipo de terreno y noté desde el inicio que podía reconocerme con facilidad.

Creo que al principio me tenía miedo, luego comenzó a tomar confianza o comprender que no la dañaría. Pero al pasar el tiempo y desarrollar cada vez más su adaptación, eligió mantenerse a cierta distancia. A veces me despertaba y la veía a dos o tres metros de mí. Me daba la impresión de que me observaba dormir, pero al levantarme perdía el interés y se alejaba; aunque, después, la distancia se fue acortando.

Y llegó el día en que aquel pequeño ser hizo algo que me dejó atónito, y ese evento lo cambió todo. Sucedió mientras estaba almorzando, fue cuando noté su presencia sobre la mesa, a dos palmas de mi plato, observándome con atención. Entonces juntó sus patas en pares, pasando de ocho a cuatro. Luego intentó erguirse, hasta que logró mantenerse sobre su doble juego de patas traseras. Finalmente, comenzó a imitar mis movimientos, mi postura, como si buscara parecer humano. Y esa fue la última vez que lo vi.

Hoy, estoy escribiendo estas líneas como un testimonio de lo ocurrido, seguro de que ahora aquella criatura se encuentra dentro de mí. Sospecho que una noche, mientras dormía, se introdujo por uno de mis oídos y creo que ha logrado instalarse en mi cerebro. Se está volviendo cada día más fuerte, ramificándose y apoderándose de mis órganos. Hay momentos en los que pierdo el control de mis extremidades, sucumbo a su voluntad y me convierto en un pasajero ausente, un espectador atrapado dentro de mi propio cuerpo. Suele pasar horas mirándose en el espejo, me desviste y estudia toda mi anatomía, la que creo ha comenzado a cambiar.

Ahora me aparecieron sueños eróticos con mi vecina de junto, estoy seguro de que es él, que está buscando aparearse para reproducirse.

Pensé en el suicidio, tirarme por el balcón, es un séptimo piso y debería bastar; aunque no sé si él vaya a morir conmigo. Tengo que tomar una decisión, ya no me queda tiempo, su fuerza aumenta al mismo ritmo en que la mía disminuye; y cada vez son menos los minutos del día en los que logro ser yo mismo. Pronto, ya no podré escribir y perderé la noción de todo, nadie sabe lo que sería capaz de hacer bajo su control.

No, no, maldición… no sé cuánto tiempo ha pasado… lo que me hizo hacerle a mi vecina es indescriptible… tengo destellos con imágenes horrorosas… y veo sangre, mucha sangre por todos lados… Ya es tarde… puedo sentirlos dentro mío… son cientos iguales a él… Necesito ayuda, si me encuentran con vida deben matarme… a mi vecina también… y quemen el edificio, ellos están por todas partes…


Obra ganadora del 1.º certamen de Horror 2024
Publicada en el libro: “Detrás del infierno”.
Editorial Dunken © 2024



© 2023 Pablo Alejandro Pedraza
 Buenos Aires, Argentina
Todos los derechos reservados




¡Sí te ha gustado, compartelo!

Tal vez te interesen estas entradas

No hay comentarios

Invitame un café en cafecito.app