Es la lluvia que nos regalan las musas, la que lava el alma de los poetas; la que trae cada nueva vocal y consonante; la que dota del énfasis preciso a cada punto y silencio, hasta dejarlos sobre el papel. Un aguacero tan especial, que permite que cada letra sea libre sobre ese espacio en blanco, para crecer hasta formar palabras, para luego convertirse en verso y después consagrarse en la forma literaria más bella: la poesía.
© 2024 Pablo Alejandro Pedraza
Buenos Aires, Argentina
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