No existen las dudas ni las ambigüedades cuando se está frente a un escrito nacido de una pluma noble y se lo lee con el corazón. En esos casos la comunicación es diferente, se transforma en un diálogo entre almas, de sentires y comprensiones mutuas, entre el emisor y el receptor. Los textos, por momentos, pueden parecer solo letras amontonadas, pero se encuentran latentes, a la espera de cobrar vida con la mirada prestada de algún lector que las complete.
Esa es una de las virtudes que amo de los buenos lectores, su capacidad de sumar belleza a lo mundano.
© 2024 Pablo Alejandro Pedraza
Buenos Aires, Argentina
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